martes, 27 de junio de 2017

llama que no llega a incendio

Fuimos esa llama,
que no llegó a hacer hoguera.
Quizá le faltaba un soplo 
de tu aliento
para que pudiese prender ese fuego
que nunca avivó.
Y que,
ni siquiera quemó,
al tocarlo con mis propias manos
manchadas de gasolina.

Cargo en mi espalda
a fuerza,
esa casa que no llegó a hacer hogar.
Pues sus paredes 
no aguantaron el frío temporal 
que se encontraba afuera,
que no fue capaz 
de acogernos 
como si no fuésemos 
nosotros,
los dueños.

Fuimos a medias,
cojos de una pierna 
para llegar a la meta.
Como un bebé
que muere en el parto,
una fuente que su agua no sacia la sed 
y un escudo que no cubre todo un cuerpo.

Yo que creía que seríamos capaces 
de derribar tsunamis 
y ahora sé,
que no podríamos 
ni surfear una simple ola.
Lo siento
por ser tan ilusa.
Por creer cuando no existía nada.
Por andar pensando que pisaba nubes
cuando se trataba de un campo de malas hierbas.
Por ver cara,
cuando enrealidad,
siempre salió cruz.
Por beberme el color de tus ojos,
confundiéndolo con el café
que tomo por las mañanas.

Llámame ilusa si quieres,
pero no voy a creer
ni una vez más 
en tus escusas.
Ni en esa llama,
que juraba provocar incendios.

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