miércoles, 23 de diciembre de 2015

perspectivas

Hoy, envés de caminar, corre. Tal vez sin ningún motivo, sin tener porque llegar tarde a ningún sitio, sólo porque tus pulmones necesitan respirar un aire que no esté contaminado. Corre, creo que ya has estado parado demasiado tiempo y necesitas sentirte real, sentirte vivo aunque desearías no estarlo.
 Hoy, envés de llorar, ríe. Que el mundo ya está lo bastante destrozado como para que dejes de sonreír. Que igual una sonrisa no va a borrar todos tus problemas, pero si te ayudará a enfrentarlos. Sólo sonríe aunque pienses que no hay motivos para hacerlo, aunque todo aquello que amas lo hayas perdido y sin darte cuenta de un día para el otro se te haya escapado de las manos, como un pájaro que quiere volver a su lugar de origen. Sé que no es fácil, pero debes hacerlo. Piensa que por cada minuto que te hundes en ti mismo, es un minuto perdido y que jamás volverá.
 Desde el suelo todo se ve más alejado, más limitado. Levántate, pido que intentes observar las cosas desde otra perspectiva, otro enfoque. Quizás lo borroso se convierta en nítido y lo oscuro se vuelva luminoso. Pero tú, mientras te encuentras estancado en las piedras, el sol hoy brilla con más intensidad que nunca. Y yo me pregunto el por qué de tus dedos rozando el frío hielo, cuando podrías rozar el cálido de mis labios. El por qué de ir por el camino difícil cuando hay miles de atajos. El por qué de tu mal humor, cuando la vida se basa en risas. El porque de tu espera en querer que algo suceda mientras te aferras a botellas de vodka, cuando puedes ir tu y hacer que todo lo que tu quieras, ocurra. El por qué de tus ganas de morir, cuando hay una vida ahí fuera esperándote que aunque no sea perfecta, al final siempre nos hacen feliz las pequeñas cosas, esas que por lo que sea, marcan la diferencia.
También me pregunto el por qué sigues en el suelo cuando está mi mano tendida esperando a que la agarres para poder levantarte y secar todas las lágrimas que as derramado.
Hoy, envés de callar, grita. Para qué tragarte todos tus pensamientos cuando puedes gritarlos. Grita lo más fuerte que puedas y dale un puñetazo a la pared si es lo que necesitas, porque los nudillos ensangrentados se curarán, pero todas las heridas que cubren tu piel jamás cicatrizarán si no las dejas secar. Que tu alma seguirá igual de vacía, hasta que dejes que alguien te quiera y que te ayude a llenar todo ese espacio vacío poco a poco, llenándolo de buenos recuerdos y de bonitas historias que deberán ser contadas. Grita hasta que duela, expulsa todo lo que no te deja avanzar, que no te deja ser. Saca a todos los demonios que te atormentan cada noche antes de que sea demasiado tarde para despertarte. Sólo pido que abras los ojos y observes la realidad tal y como es. Que nada es perfecto, pero tampoco nada es tan malo como parece. Que necesitamos malos momentos para saber apreciar las buenas cosas que nos regala la vida. El dolor es lo que nos hace sentir vivos. Así que, simplemente la vida es como uno la quiera ver.
Te escribo, tan sólo para decirte, que sé lo que deben pesar las alas cuando nadie te las hace batir, y por eso estoy aquí, para ayudarte a volver a volar.