domingo, 31 de julio de 2016

Hogar destrozado

Su voz se empezó a quebrar y allí me di cuenta. Me giré para mirarla y mi corazón de repente se ruborizó. Me lanzé a abrazarla, tan fuerte para intentar traspasar su piel y llegar al fondo de su alma. Ésta se iba endureciendo cada vez más en contra de todas esas palabras lanzadas como balas que han conseguido perforar las paredes de esta desordenada casa. No teníamos porqué pasar por eso una vez más.
La abracé con todos los músculos de mi cuerpo posibles y le susurré en el oído que lo sentía por no haber estado a su lado, porque las penas se hubiesen dividido en dos, si yo también hubiese estado allí.
No nos venía de nuevo nada de eso, pero sentí que una vez más podíamos ser esa luz que iluminase con su calidez ese hogar destrozado. Porque un hogar deja de ser un hogar, cuando ansías en salir de él y querer estar en cualquier otro sitio más.
Me fijé en sus húmedos ojos, expulsando en lágrimas todo aquello donde las palabras no podían intervenir. Pero yo en cambio lo entendí todo a la perfección. Como si estuviese conectada a ella a través de miles de cables que nos iban a unir de por vida. Entendí que estábamos solas delante de la responsabilidad que suponía calmar un cielo gris en constante tormenta, el cómo apartar esas nubes que amargaban esos días, para convertirlo de nuevo en un bonito y armonioso cielo azul, aunque en el fondo nunca lo había estado del todo.
Pero esta vez sé que no conseguirán que nos metan en su guerra, porque podemos ganar sin tener que sacar armas, sin tener porque aumentar un decibel más de nuestra voz. Sin que la impotencia y rabia nos supere aunque tendríamos motivos, si esto sucediese.
Estábamos solas en nuestra habitación pequeña y sencilla, cuando ahí fuera sólo se oía hipocresía. Solas en un lugar roto, destrozado, igual ya nos hemos acostumbrado. Pero, ¿Cómo podríamos volver a juntar todos esos pedazos rotos, que habían en cada esquina?
Su respiración se calmó y me fijé en sus pupilas otra vez, para reflejarle con mi mirada un tequiero sin voz.
No podemos asegurar que todo vaya bien, pero almenos me reconforta el hecho de saber que aunque las cosas vayan de mal en peor, ella se va a quedar conmigo, mi alma gemela.
T'estimo, M.