jueves, 17 de marzo de 2016

pequeña introducción al caos

No os voy a mentir. Soy una chica distraída y suelo quedarme en modo "ausente" la mayoría del tiempo.
Soy de las que viven soñando y con una sonrisa permanente siempre de complemento.
Suelo estar un día en lo alto de la cima, creyendo que todo lo que me proponga lo podré conseguir y al día siguiente encontrarme en la caída de ese vertiginoso precipicio, empujada por tantas metas sin cumplir.
 El aire que llena mis pulmones está echo a base de esperanza y de ilusiones pero siempre hay momentos en los que me ahogo y me quedo sin respiración. De la misma manera que cuando él pasa justo por mi lado y el olor de su perfume me acaricia la nariz, me quedo sin aire durante unos segundos.
Soy de las que nunca hacen caso de los relojes y siempre llegan tarde a los sitios, pero pondría la mano en el fuego que si fuese para verlo a él no se me escaparia un puñetero bus.
Soy de las que suelen tener más desordenada la mente que mi habitación, y eso que ya es difícil. Pero por él, os aseguro que la ordenaría cada uno de esos aburridos domingos.
Suelo ser la típica que le gusta hablar, pero con él me mantendría callada, solo para poder oír su voz más tiempo.
Soy de las que quieren a la pizza más que a nada en esta vida, pero que si fuese con él, compartiría cada trozo.
Suelo tumbarme en la cama y escuchar música sin interrupciones, pero a él le haría un hueco a mi lado y le prestaría uno de mis auriculares para escuchar juntos toda esa música que me recuerda a él. Tampoco me ha gustado nunca que me hagan cosquillas, pero a él le dejaría, y, es más, soltaría una carcajada de las mías que tanto odio sólo para que él se riese aún más, porque viéndolo desde aquí, sentada donde estoy, a cinco metros de él y el Sol cayendo encima de nosotros, sé que no hay cosa más bonita en esta vida que verle sonreir. Pero sobretodo que me sonría a mí, ahí es donde me pierdo yo. Él siendo tan laberinto y yo con tantas ganas de perderme. Él siendo tan despreocupado y yo tan preocupada por él.Yo por él y él por otras.
¿Es injusto no creéis? El hecho de que sea de las que siempre se olvidan de hacer los deberes, las llaves de casa y de las que se olvidan del día en el que vivimos. De las que se olvidan de fechas de cumpleaños pero no consiga olvidarme de él, que cualquier intento de olvido sea fallido. Sé que lo he perdido, aunque nunca lo he tenido, que nunca ha sido mío. Pero ahora, estando él tan cerca, lo siento tan lejos, como el diciembre del enero.
Sé que él no sabe nada, y aveces me planteo que si realmente cambiaria algo si él supiese todo. Y no lo sé. No sé nada.
No sé si olvidarlo o intentarlo una vez más. Dicen que querer es poder y esta vez quiero, pero sé que no puedo. Sería como pedir que salga la luz del Sol en un día gris y lluvioso como el de hoy.
Pero quién sabe, quizás en algún momento, un rayo de luz consiga atravesar esas espesas nubes.
De mientras estoy sentada en la silla de esa vieja cafetería, observando fijamente a mi oscuro café, ya que me recuerda al negro de sus ojos.