viernes, 20 de noviembre de 2015

00:00 AM


                                   

Hay dos maneras de soñar. Una es cuándo te quedas dormido, cuándo te dejas llevar por el frágil sigilo de la luna al subirse cada noche al tejado, que cuándo te despiertas entre sábanas por la tenue luz que se infiltra por las rejillas de la ventana un domingo, desearías que todo eso hubiese sucedido en la realidad.
 Pues yo no estoy hablando de ese tipo de sueños.
 Estoy hablando sobre esos sueños que cada uno de nosotros tenemos, con los que soñamos despiertos. Estamos en una sociedad en la que te hacen creer que si no has nacido para hacer algo, nunca podrás llegar a ello y entonces vivimos nuestro días pensando que no valemos para nada, sólo porque un día alguien vino y te dijo que dejaras de estar de una puta vez en las nubes. Que dejaras de pensar en algo que era imposible y más siendo una persona como tú, una más del montón. Entonces es cuando ese color rosa con el que ves el mundo se va destiñendo hasta convertirse en un oscuro gris, cuando la bonita melodía de los pájaros se convierte en un ruido más en esta contaminada ciudad apagada por la falta de ilusiones, que ni las luces de Navidad tampoco podrán alegrar esos corazones amargos disfrazados de dulces miradas y falsas sonrisas. Cómo si todo el mundo tuviese que hacer un esfuerzo para ser feliz con la vida que lleva.
Y yo me pregunto ¿Por qué? Por qué nos limitamos a vivir esa vida que nos han enseñado que tenemos de seguir al pie de la letra?  Esa vida que en realidad no quieres vivir? Vivimos subestimados sobre la imagen que tenemos de nosotros mismos y nos encontramos perdidos sin un soporte con el que agarrarnos, sabiendo que nada es para siempre y que algún día toda esa gente que pensabas que seguirían aquí, desaparecen cuando aún les quedaban por cumplir un millón de promesas que han terminado en ráfagas de viento en un frío otoño. Mientras que tú te encuentras cada tarde sentada en ese viejo sofá con los ojos en blanco quejándote de todo lo que es negro, gritándole al cielo en silencio que quieres cambiar, que quieres que todo lo que está a tu alrededor lo haga, pero sin embargo no haces nada para que eso suceda.
No hay lápiz que escriba por sí solo una poesía, pues como tampoco no llegarás a tus objetivos si no eres tu quién lo intenta una y otra vez, sin pensar que todos tus intentos serán fallidos al instante. 
Si te caes, levántate. Y vuelve a caer si hace falta, pero te aseguro que esta vez sí que habrá un brazo en el cual agarrarte y levantarte con más fuerzas. Porque esta vez sí que habrá alguien que tendrá una esperanza en ti por lo más mínima que sea, esa persona que aparecerá y te demostrará que a pesar de estas cuatro paredes blancas en las que se basan tus días, no estás sólo. Esa sonrisa que te hará ver que el mundo este de mierda en el cúal vivimos no cambiará, pero que te dará igual vivir en él. Porque quiere que sigas adelante. Porque cree en ti. La base de todo es creer, que si crees en tí mismo todos lo empezarán a hacer. Así que saca todos esos sueños muertos enterrados en ese baúl de los recuerdos y hazlos revivir. Pues joder, que nadie nunca te impida construir un imperio de lo que antes eran ruinas.